Es hora de limpiar YouTube

A YouTube la historia de su éxito se le ha ido de las manos, y es hora de limpiar todo el desastre que tienen en su red, aquello que le hizo grande en su día está matando a la plataforma.

Esta semana YouTube ha lanzado su primer informe de transparencia que prometieron meses atrás a raíz del incidente con Logan Paul y el video de Japón. El informe trata sobre cómo los mecanismos de aprendizaje automático han permitido marcar vídeos antes de que incluso salieran a la luz. El contenido de estos vídeos era en su mayoría violentos, pornográficos o atentaban contra colectivos incentivando el odio. El sistema de marcación, además de estar gestionado por la propia máquina, también son los usuarios los que han participado en esto para intentar crear una plataforma más segura. A pesar de que el informe tiene esa luz tan “Disney” con final feliz, la realidad de la plataforma es muy diferente y solo necesitas ir a la pestaña de Tendencias para ver la salud de YouTube.

Los vídeos que están en tendencias suelen ser vídeos que insultan a la inteligencia del espectador

Los vídeos que están en tendencias suelen ser vídeos que insultan a la inteligencia del espectador: un challenge detrás de otro, un thumbnail con colorines, letras saltonas y títulares dignos de prensa amarilla. Esa es la realidad de YouTube, y el culpable está tanto en la plataforma como en el espectador.

El modelo de ingresos de la plataforma es la publicidad (como todo Google), y durante todos los años que ha existido YouTube Ads la relación con las marcas ha sido como poco de culebrón. Primero YouTube tuvo que probar que era una plataforma digna de competir con la televisión en el pastel publicitario de las marcas; y para ello alzó a los primeros nombres de YouTube, esas estrellas, como caras visibles del éxito de la plataforma. Su creatividad alimentó a YouTube con un coste ridículo para ellos. A diferencia de otras plataformas como Netflix, HBO, Hulu o Amazon Video, la red de vídeos de Google no paga a sus creadores por “licenciar” su contenido. Cada uno sube el contenido que quiere, y poco a poco va consiguiendo ingresos.

La utopía de YouTube fue creer que todo el mundo podía ser PewDiePie. La red se llenó de contenido, de “viners” buscando refugio y las nuevas estrellas empezaron a surgir.
Para dejar sitio a los nuevos nombres, la plataforma tuvo que matar a otras porque ya no estaban en consonancia con las marcas. Recordad el drama de PewDiePie y sus vídeos racistas que hicieron que le quitaran del programa publicitario preferente de YouTube.
Las marcas fueron cogiendo conciencia de que sus anuncios a veces aparecían en un contenido nada lícito, que sus pre roll (anuncio de 15 seg delante de un vídeo) aparecían delante de un challenge sobre llenar la piscina con Coca-Cola, pringar un coche con Nutella, o quemar muebles en la piscina de una mansión. Pero esto es lo que YouTube había construido con sus políticas publicitarias y su “todo por las views”.
Estados Unidos es la fábrica de los mejores dramas de la historia: auge y caída de Britney Spears, Winona y ahora le toca el turno a las estrellas de YouTube.

2017 fue el año de Logan Paul, un joven blanco (muy importante este punto) que había encontrado en YouTube su forma de vida y que en pocos meses pasó a tener 9 millones de suscriptores. Sin duda, el YouTube Rewind, ese anuncio de autopromoción de creadores donde aparece un youtuber tras youtuber en cortes de menos de un segundo, en quien más se iba a fijar era en Logan (y su hermano). Los hermanos Paul habían hecho que YouTube ganara mucho dinero ese año, muchísimo. Incluso tenían un par de películas acordadas para YouTube Red (un equivalente a Netflix para USA). Pero esta relación de amor tan intenso no podía durar demasiado.
En Diciembre Logan publicó un vlog de su viaje a Japón donde además de mostrar una mala educación increíble con la cultura japonesa, gritando por la calle, riéndose de los japoneses y sus costumbres, la guinda del pastel fue ir a un parque conocido por ser el lugar que eligen las personas para poner fin a su vida. El suicidio es un problema muy importante en Japón, y que les está costando mucho como nación hacerle frente.
En el vídeo que publicó Logan aparece un hombre muerto con todo lujo de detalles. Es más, aprovechó el cuerpo para hacer la miniatura del vídeo.

Internet, ese hermoso lugar que se gobierna a golpe de tuit, decidió que esta vez Logan Paul se había sobrepasado. Que aquello estaba muy por encima de los límites de YouTube y que agredía directamente a la audiencia del creador de contenido. Retiró el vídeo, publicó una disculpa y ¿asunto olvidado?

El siguiente vídeo de la estrella mediática fue freír a una rata a golpe de taser (una pistola eléctrica). “Ninguna rata entra en mi casa sin ser electrocutada, odio a las ratas”, comentó Logan en el vídeo.

YouTube tardó siete días en trasladar un comunicado sobre las medidas que iba a tomar respecto a Logan, y el futuro del contenido de YouTube. Incluso uno de los máximos exponentes de la cúpula directiva de la red de vídeos de Google apareció en el canal de Casey Neistat explicando lo sucedido y cómo iba a cambiar para convertirse en la mejor plataforma para creadores.
Unos meses más tarde esto se ha traducido en…que seguimos con la parte de Tendencias inundada de retos y de vídeos completamente absurdos.

Para una plataforma que lucha por la retención de audiencias y de publicidad, llenar su red de contenido basura no es sano. Yo lo veo como hincharte a hamburguesas de una cadena rápida: al principio te puede gustar, e incluso sentirte bien, pero si le metes mucha comida basura a tu cuerpo, al final repercute en tu salud a largo plazo. Lo mismo sucede con el contenido: si llenas una red con basura, lo que crearás es un vertedero.
En los vertederos a veces te encuentras cosas increíbles, pero para buscarlas tienes que mancharte y si algo hemos aprendido de Internet es que la gente no quiere mancharse en absoluto. Los consumidores queremos todo rápido, lo queremos para ayer.

Me encanta YouTube, es la plataforma que he elegido para distribuir mis contenidos y crear una audiencia, hacer una comunidad de personas alrededor de unos intereses comunes. Y solo por eso, estoy muy agradecido a la plataforma de su existencia. Pero también debo decir que YouTube no me ha ayudado en crear esta comunidad, que he tenido que crearla a golpe de cabezazos (y créeme que soy muy cabezón) hasta que al final he encontrado agua donde mucha gente veía un desierto.
Como decía antes, me encanta YouTube, y por eso me gustaría que funcionara bien, que creyera en los creadores de contenido más pequeños, en aquellos que tienen cosas que mostrar al mundo. En esas historias, en esas voces que inspiran al mundo. Y la única forma de hacer eso no es a través de un algoritmo, ni de machine learning, de IA, ni de cualquier otro nombre absurdo que quieras ponerle, es a través de personas que están ahí viendo el contenido que se sube a la red; es a través de la figura del editor, o editores, que recomienden un contenido de calidad a las personas. Si una empresa que genera 22 mil millones de dólares (estimación para 2019 de Morgan Stanley) en beneficios no tiene los recursos para hacerlo, entonces decidme cuál los tiene.

Pero hasta que ese cambio no lo realice YouTube, somos las personas las que tenemos que ayudar a sanar esta plataforma. Al igual que sabes que no puedes alimentarte de una pizza tras otra, de una hamburguesa tras otra, o de un burrito tras otro; tampoco puedes alimentar tu cerebro con contenido basura. Se consecuente con los vídeos que ves, apoya a los creadores de contenido más pequeños y compórtate con la comunidad de personas del mismo modo que quieres que se comporten contigo. Y de este modo, ya habremos dado un paso muy importante en la limpieza de YouTube, y si un algoritmo no puede sanar YouTube, somos nosotros, los creadores y los consumidores, a quienes nos tocará hacerlo.

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