Escribo esto con la maleta a medio hacer. Después de dos años sin subirme a un vuelo internacional, se siente bien hacerlo. Y más cuando el destino es el hogar que me vio crecer, mis padres y mi pueblo. Nunca había sentido tanta añoranza, nostalgia y ganas por el reencuentro. Pero no solo con mis seres queridos, sino con el Víctor que dejó su hogar con 20 años. Como si fuera a llegar a una especie de cápsula del tiempo y pudiera volver a reencontrarme con esa versión de mí mismo. Una que me da miedo y fascinación al mismo tiempo.
La nostalgia está embutida en nuestra generación. Junto a cómo hemos crecido y cómo hemos sido educados por la cultura pop. Es parte de nuestro ADN. Y ahora esa cultura que aprendimos fuera de nuestros colegios ha vuelto, pero renovada: And Just Like That, el reboot de Sexo en Nueva York se siente como una cápsula del pasado que llega al presente, volvemos a tener Matrix en los carteles de Times Square y Nintendo ha lanzado su nueva Game and Watch. Ves EarPods colgando de los oídos de las celebrities y la moda Y2K pasea a sus anchas entre Balenciaga, Celine y Urban Outfitters.
El vinilo ha vuelto, pero también las cintas de cassette. Britney es libre (como siempre debió ser). ‘Hit me baby one more time’. El atrezo está colocado y yo tengo unas ganas increíbles de volver a reencontrarme con ese Víctor que dejó la casa de sus padres hace ya mucho tiempo. ¿Sabes qué? Nunca un reencuentro con nosotros mismos ha tenido tanto sentido como ahora. Volver a reencontrarnos después de una gran pausa.
Una dosis de nostalgia, y otra de fascinación por el futuro que vendrá es lo que te deseo para estas fiestas. Un reencuentro contigo mismo, y en paz.
– VICTOR ABARCA